Muchas
veces nos preguntamos porque existe la necesidad en los chicos de disfrazarse
de Superhéroes y Princesas.
Para
dar respuesta a esta pregunta en principio debemos realizar un análisis y una
diferenciación interesante ya que es común observar dentro de la primera
infancia que los niños se transformen en animales, padres, bebes, abuelos, doctores y otros
tantos personajes para caracterizarlos en el desarrollo de su juego.
Podríamos
preguntarnos ¿Qué ponen en juego los chicos frente a cada elección?
¿Por qué sucede esto?
En
realidad esto ocurre porque el juego es el motor vital en sus vidas para
vivenciar diferentes situaciones desde distintos lugares, puntos de vista y
roles. En este sentido podemos pensar que el disfraz ayuda al pequeño a
desarrollar ciertas áreas de una forma fácil, lúdica y casi inconsciente. Es el
medio que utilizan para favorecer el juego simbólico, la creatividad y la
imaginación.
Cuando
esto ocurre, nadie se pregunta porque lo hacen, no existen cuestionamientos y
se toma como algo absolutamente natural estimulando el juego para que logren
enriquecerlo.
Sin
embargo cuando aparece el momento donde ese juego se transforma y el deseo está
puesto en los Superhéroes y las Princesas, empieza de manera paralela una
situación que atemoriza a los padres y hace que se pregunten entre otros: si está bien o no, si los
dejan o mejor desvirtúan su atención, si es necesario crear nuevos espacios con
otros estímulos, hasta cuando seguirá ocurriendo, etc
Si bien
es cierto que actualmente los medios de comunicación y publicitarios tienen llegada a los chicos en
cuestiones de marketing generando una impronta no solo consumista
sino también esteriotipada en modelos y referentes, debemos entender que los
disfraces de Superhéroes y Princesas forman parte de una necesidad en ciertas
etapas evolutivas de los chicos y las mismas están vinculadas a momentos de
crecimiento.
No todos disfrutan utilizando disfraces ni eligiendo estos
modelos pero si esto ocurre (generalmente alrededor de los 4 años) no habría
porque preocuparse ya que estaría dentro de los parámetros esperados para la
edad. Podríamos decir que esa impronta forma parte de un mundo mágico y de fantasías
donde logran ampliar su imaginación estimulando la curiosidad. Por otro lado el
uso de este tipo de disfraces les brinda confianza, y los anima a otras cosas
pudiendo romper diferentes barreras por
ej: con padres, adultos, pares…
Es importante destacar que los disfraces muchas veces son
utilizados como recurso para que los chicos logren vencer barreras relacionadas a lo vincular como así
también a sus sentimientos (timidez, temores, miedos, etc…) Pueden con esta
técnica ponerse en el lugar del otro y entender mejor el mundo que los rodea.
Cada chico por algún motivo especial realiza la elección de
un personaje, toma alguna característica o “poder” que en ocasiones fusiona con
otros dándole un sello personal. Con sus acciones y en ese “convertirse” o
“transformarse” puede arriesgarse e intentar hacer cosas nuevas a modo de
grandes desafíos: trepar, correr, saltar, defenderse, vencer temores, entre
otros. A través del juego y el disfraz logran asimilar diferentes experiencias.
Son muchas las variables a tener en cuenta, no debemos dejar
de lado el contexto y la personalidad de cada uno pero en líneas generales
podemos decir que tras un disfraz pueden sentirse “Poderosos” frente a las
situaciones lógicas de dependencia vividas.
Por otro lado logran sentirse fuertes frente a una lucha
interna entre sus impulsos traviesos y obedecer a los adultos responsables (los
buenos vencen a los malvados). En este sentido el niño se libera, se descarta
de sus malos impulsos y ganan las buenas intenciones adquiriendo mayor
autocontrol al canalizar esas energías a través del juego de una forma positiva
evitando el enojo de los mayores.
Debemos entender que ellos transitan entre la fantasía y la
realidad, este tipo de juegos les permite dar rienda suelta a su imaginación,
lo importante en estos casos es evaluar el sentido de la realidad, es decir que
no queden centrados permanentemente del lado de la fantasía.
Nuestra responsabilidad como padres es no perder de vista
que logren conectar además con otros juegos, elementos, juguetes, amigos,
estímulos, etc, que existen a su alrededor para sumar a sus elecciones.
Para eso debemos estar atentos, observar e intervenir en la
medida de lo necesario, pudiendo realizar aportes que contrarresten buscando un
mayor sentido de la realidad en ese ida
y vuelta que nos brindan los chicos dentro del enmarque lúdico.
Si frente a la observación notamos que quedan fijados en un rol sin poder correrse del mismo, que siempre
eligen el mismo disfraz, habría que
hacer una lectura mas profunda e indagar el
porque, para ello será necesario recurrir al profesional correspondiente.
Para concluir, es importante tener en cuenta que los poderes
delegados o apropiados en el juego, son del juego, una vez que el mismo
finaliza todo debe volver a tener sentido de realidad para que no genere
confusión, pensemos que el enmarque finalmente lo realiza el adulto, quien es
su referente.
Si bien es cierto que los Superhéroes no existen y que la Princesas con la
impronta que al menos describen los dibujos animados tampoco, dejar que ese
juego fluya, que pueda quedar librado a la fantasía e imaginación permitiéndolo
como algo natural y espontáneo será mucho más liberador en la vida de nuestros
hijos.
Acompañemos cada etapa de su crecimiento intentando entender
por las situaciones que transitan, acercarnos a ellos en un vínculo de
contención y afecto, facilitando la construcción de lo más preciado, la
confianza.
Miriam Goldstein
Directora Agrupate
Directora Agrupate
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