Día
se Reflexión...
Camino
casi automáticamente, toca trasladarme desde mi sesión de kinesiología al
encuentro con mi hermana, recorro un barrio que no conozco, miro y casi sin
querer me encuentro en la cuadra de una plaza, lo disfruto, el día está cálido
y soleado, pienso y me dejo llevar por las sensaciones del momento hasta que
casi al final del recorrido me sorprende la música que se escucha a través de
una reja que al paso no había percibido, retrocedo, se me dibuja una sonrisa y
casi como una película se asoman tiernos recuerdos... Ahí estaba, girando lenta
y suavemente, con pocos niñxs pero aún así se escuchaba el murmullo y alguna
risa.
Me
sentí atraída y sin dudar quise registrar el momento, saque el celular para
tomar unas fotos, compenetrada escucho una voz que me invita a entrar
"Pase señora, saque las fotos que quiera y póngase cómoda" El
calesitero quien amablemente abría ese mundo mágico para que pudiera husmear un
poco más.
Registro
el momento y pienso...
¿Quién
no recuerda su infancia girando en una calesita al compás de la
música?
Caballitos que suben y bajan, autos fantásticos posibles de manejar,
carruajes que trasportan con la imaginación hacia algún lugar lejano....Y
por último, el gran desafío de conseguir el trofeo, la ilusión de atrapar la
sortija y la inmensa alegría al haberlo conseguido... Gane!!!!
Me
resulta imposible no recordar la carita de mi hija cuando la lleve por primera
vez, su expresión, su mirada lo decía todo. Un poder magnético, una atracción
inexplicable aparece en cada chicx, algo que sucede sistemáticamente de
generación en generación y que sin duda quien oficia de acompañante no puede
evitar evocar su propia infancia.
Bullicio,
risas superpuestas siempre de fondo y voces que repiten una y otra vez sin
perder las esperanzas: "Una vuelta más, por favor, la
última!!!!" Si se logra aparecen los festejos. Otra veces en cambio,
llantos y tironeo por no querer terminar el juego que se instala en
cada giro.
Un
mundo lleno de fantasías en una vuelta, infancia rodeada de simpleza y
vínculos que acompañaban nuestro disfrute y crecimiento.
En
la era de la tecnología donde abundan las pantallas y los celulares me contenta
y me emociona ver que todavía existen, que están ahí esperando que los chicxs
se apropien de ella, que experimenten sus sensaciones, que desarrollen su
juego y sus fantasías, esas que se desatan cuando empieza el movimiento,
esas que quedaran marcadas a fuego como una huella inolvidable de la infancia.
Volvamos
a las fuentes y disfruten juntos!
Miriam
Goldstein
Directora General
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