Divorcios e Hijos…Un entramado para revisar
Me sentí impulsada a escribir la nota cuando un domingo
esperando en la puerta de la casa de unos amigos presencie una situación que me
dejó un sabor absolutamente amargo…
Describo la situación a modo de introducción y de alguna manera para inducir a la reflexión.
Padre esperando en la puerta a su hijo, madre que se lo
entrega, en el preciso momento que abre la puerta, sin ningún miramiento
comienza a gritar una cantidad de barbaridades vinculadas al pago de la cuota
por alimento, entre otras cuestiones… hacía referencia a lo mala persona que era, en medio de amenazas
e insultos.
Atrapado en la situación, sin saber que hacer estaba el
nene, con su cabeza baja. El papá lo toma de la mano y se lo lleva mientras su
mamá no dejar de gritar enajenada, sus dichos se escucharon hasta que
ellos llegaron a la esquina, finalmente
cerró la puerta de un portazo.
Al pasar delante mío
escucho que el padre le dice al nene: tu mamá está loca…
Ahora bien, sabemos cuál es el impacto o al menos deberíamos
saberlo, que se genera en un niño cuando sus padres se separan o se divorcian.
Lo indicado permanentemente por los profesionales es poder garantizarles no solo el amor y el
cuidado de ambos padres hacia su persona sino también el vínculo razonable
entre todos los integrantes de la familia.
La pregunta sería… ¿Qué nos sucede a los adultos que no
logramos hacernos responsables de las elecciones que realizamos? ¿Porque nos
cuesta tanto asumir los diferentes compromisos que nos involucra en el proceso?
Como padres debemos ser conscientes que la situación
requiere de un cuidado especial y una enorme contención hacia nuestros hijos ya
que al encontrarse, en líneas generales,
en plena etapa de desarrollo
pueden ser dañados de manera irreparable en el orden psíquico- emocional-
evolutivo y hasta físico.
Un divorcio es sin duda de alto impacto para un niño,
podremos observar quizás cambios de conductas como por ejemplo: mal humor,
irritabilidad, desconfianza, desatención en el estudio, depresión, retraimiento
en cuestiones sociales, culpabilidad, etc… es por ello que debemos estar muy
atentos para realizar el seguimiento necesario y brindarles todo el apoyo para
atravesar las dificultades.
Somos los adultos quienes debemos velar por su bienestar, en medio del dolor, ellos deben sentí un
efecto reparador por parte de sus padres logrando descupabilizarse de la
situación elegida por los mayores. Frente a la separación debemos disminuir el
golpe de la ruptura, ellos deben ser nuestra prioridad sin lugar a duda.
Los divorcios y las separaciones forman parte de un mundo de
adultos, solo abarca a los padres en su vínculo de pareja, en lo que refiere a
ellos y no hacia sus hijos. Los chicos
jamás deben sentir el temor a perder el
amor de sus progenitores, ni tampoco su presencia. Si el miedo apareciera por
cuestiones evolutivas u otros, ellos serán los encargados de afianzar y
reafirmar el vínculo, el amor hacia los niños debe ser incondicional bregando siempre por su cuidado.
Mi pregunta en función a lo antes mencionado es… ¿Existe el
divorcio de padres e hijos? ¿Hay ex pareja y también ex padres? ¿Puede un
adulto verse enceguecido por la situación y desbordarse sin medir consecuencia?
La respuesta es obvia, sabemos que no es probable la denominación
“ex padre”, creo que rara vez uno quiere desvincularse y/o dañar a sus propios
hijos pero aún lejos de eso muchas veces lo hacemos ya que la situación vivida,
la angustia, los enojos nos excede….
Las separaciones implican un proceso, atravesar por la
pérdida y la frustración de lo que no pudo ser, son duelos que hay que
transitar pero frente a ello me pregunto ¿podemos eludir la responsabilidad que
eso conlleva?
Quizás es un buen punto para detenerse y pensar….Cada adulto
deberá revisarse y trabajar sobre lo propio para poder brindar luego lo mejor
de sí a su/s hijos.
La crianza conjuntamente con la manutención de un niño debe
ir de la mano, ambos padres son responsables de ello y deben garantizarlo. Es cierto que al estar separados se gestan
otros tiempos, que existe un detrimento económico y que el esfuerzo es mayor,
pero por sobre todas las cosas debemos pensar poniendo como orden de prioridad a los niños, para que
logren crecer con sanidad, brindándoles las herramientas para que a futuro puedan entablar buenos vínculos basados en la
confianza y el afecto.
Los adultos al separarse pueden atravesar diferentes
momentos, mejores o peores pero lo que jamás debemos dejar de tener en cuenta
es que los chicos tienen que estar ajenos a ello ya que somos su pilar, su
referente. Los padres tienen que tener la obligación de encontrar otros
espacios donde poder dialogar, debatir,
acordar, confrontar…
Pensar y reflexionar sobre el tema sin duda abrirá una
puerta que mejorara la calidad de vida para todos.
Recuerden que siempre somos el modelo para nuestros hijos, la impronta que le
aportemos a los chicos se la llevarán puesta cuan sello dentro suyo por
siempre. ♥
Miriam Goldstein
Prof. de Nivel Inicial
Agrupate
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